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martes, 19 de febrero de 2013

Del ciberbullying a la ciberadicción: evolución de los riesgos de Internet con la edad del usuario

En 2012 Australia fue el primer país en añadir la adicción a Internet a su Manual de Psiquiatría. En la Argentina, las consultas sobre esta patología comenzaron a inicios del milenio, en plena época de cibercafé y Counter Strike, y crecieron en los últimos cinco años. “Como toda adicción, Internet puede ser el detonante de otros problemas (depresión, ansiedad, ludopatía). El uso excesivo puede vincularse con la calma de un malestar. Alivia, pero después vuelve el malestar y entonces se genera la tolerancia: necesito aumentar el uso para lograr el mismo efecto”, explica Laura Jurkowski directora de un centro argentino especializado en este tipo de ciberdependencia.

Además cada edad tiene sus propios riesgos. Los principales inconvenientes de los chicos son generados por los juegos y el cyberbullying. En la adolescencia crece la dependencia de las redes sociales. En los adultos, se suman la pornografía y el casino virtual.

En los últimos años, dos servicios en auge aportaron su grano de arena. En primer lugar los smartphones hacen que el acceso Internet esté permanentemente disponible. A toda hora y en todo lugar, el mundo está a un clic de distancia. Uno de los trastornos más recientes es el de los crackberries, personas que revisan cerca de 400 veces por día sus mensajes en el celular. El otro factor lo representan las redes sociales, que posibilitan el intercambio instantáneo de mensajes.

Ese cocktail produjo un problema nuevo: el miedo a perderse algo (FOMO en acrónimo inglés), que provoca que se esté chequeando todo el tiempo las notificaciones de las redes sociales o del Whatsapp. “Uno ve lo que hace otra persona y siempre nos parece que está bárbaro. Entonces se genera la necesidad de mostrarse”, explica Jurkowski.

Un estudio reciente de ComScore concluyó que Argentina es el país que más horas invierte en las redes sociales: 10 horas mensuales, casi el doble del promedio global, que es 5,2 h. Su influencia aumenta entre los adultos: el segmento de los usuarios mayores de 55 años es el de mayor crecimiento en el uso de las redes sociales (en algunas zonas de América Latina, el aumento es del 95%).

Más allá de los números, el índice de dependencia no lo dan las horas frente a las pantallas. En realidad, la culpa y la impotencia trazan la frontera entre el uso y la adicción. Según Jurkowski, “la línea se cruza cuando uno es consciente de los problemas causados por Internet en la familia, en el trabajo y en la escuela, pero no puede hacer nada para modificar la situación”.

Fuente: La Razón (Argentina)

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