El estudio refleja que en esta región un 10% de los adolescentes sufre alguna situación de acoso a través del móvil o internet. Los datos de la investigación confirman que “los datos están un poco por debajo de la media nacional” y que el ciberacoso quintuplica la incidencia (2%) del acoso escolar tradicional (“agresión reiterada entre compañeros en la escuela, en la que suele darse una situación de poder asimétrico en la que la víctima no posee una red de apoyo para poder escapar de su sufrimiento”).
Influencia de la tecnología
Para Peter Smith, el cambio en los comportamientos de acoso y su viraje hacia las redes sociales, los móviles e internet, comenzó hace alrededor de una década. Smith puntualiza que “hace cinco años los estudios analizaban el ciberbullying a través de los SMS y de los e-mails, que eran las principales vías. Pero ahora se hace más a través de las salas de chat, Microsoft Messenger o redes sociales. Y además, ahora hay móviles con acceso a Internet, de modo que es más complicado separar y hacer mediciones”.
Perfil de acosador y de víctima
En cuanto a los perfiles, los casos de acoso tradicional comienzan alrededor de los siete años y se dan más hacia chicos, mientras que el ciberacoso se inicia entre los 11 y los 15 años —cuenta Smith— y afecta más a las chicas.
La percepción que las víctimas tienen hacia ambos es también diferente según el sexo. Y es que, mientras que para ellos es más humillante y peor recibir violencia física, para ellas es mucho peor ser acosadas a través de la Red. En lo que sí se ponen de acuerdo, según Smith, es en considerar la difusión de imágenes vergonzosas de la víctima como el peor tipo de ciberacoso.
Fuente: El Día
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